BLOOMBERG: Experiencia personal: Los argentinos tienen dinero en efectivo. Pasé cuatro días en Buenos Aires armado con tarjetas de débito y crédito, pero no con un solo peso, y eso quedará claro.
Una molestia cuando estuve allí la semana pasada fue no poder añadir propinas mientras se encarga de un proyecto de ley de restaurante con plástico; Tuve que revisar el cambio de sobra de amigos y colegas para consejos, y también si quería comprar una botella de agua o llevar para el almuerzo. Muy pocos de los omnipresentes taxis negros y amarillos aceptan otra cosa que la versión física del dinero. Los coches alquilados toman MasterCard, Visa y similares, con primas de hasta el triple de la tarifa habitual. Los conductores de Uber supuestamente le permitirán pagar por tarjeta si es emitido por un banco extranjero, aunque mi American Express no computaría.
Para ser justos, estos son inconvenientes menores. Y la situación no es como cuando viví en Buenos Aires entre 2012 y 2016, durante la era de los controles de capital, lo que significó tres horas de traslado entre bancos y casas de cambio del mercado negro para cubrir el alquiler con montones de pesos. El presidente Mauricio Macri ha aflojado las cosas.
Sin embargo, este es un país donde los depósitos bancarios equivalen a sólo el 15% del producto interno bruto y más del 40% de las transacciones económicas son lo que se llama "informal." La desconfianza de las instituciones financieras (o quizás el deseo de esquivar impuestos) es tan profunda que incluso los ricos que viven en comunidades cerradas entregar los honorarios de condominio en gruesas pilas de billetes.
Una molestia cuando estuve allí la semana pasada fue no poder añadir propinas mientras se encarga de un proyecto de ley de restaurante con plástico; Tuve que revisar el cambio de sobra de amigos y colegas para consejos, y también si quería comprar una botella de agua o llevar para el almuerzo. Muy pocos de los omnipresentes taxis negros y amarillos aceptan otra cosa que la versión física del dinero. Los coches alquilados toman MasterCard, Visa y similares, con primas de hasta el triple de la tarifa habitual. Los conductores de Uber supuestamente le permitirán pagar por tarjeta si es emitido por un banco extranjero, aunque mi American Express no computaría.
Para ser justos, estos son inconvenientes menores. Y la situación no es como cuando viví en Buenos Aires entre 2012 y 2016, durante la era de los controles de capital, lo que significó tres horas de traslado entre bancos y casas de cambio del mercado negro para cubrir el alquiler con montones de pesos. El presidente Mauricio Macri ha aflojado las cosas.
Sin embargo, este es un país donde los depósitos bancarios equivalen a sólo el 15% del producto interno bruto y más del 40% de las transacciones económicas son lo que se llama "informal." La desconfianza de las instituciones financieras (o quizás el deseo de esquivar impuestos) es tan profunda que incluso los ricos que viven en comunidades cerradas entregar los honorarios de condominio en gruesas pilas de billetes.